Te busco. Espero durante largo tiempo. El destino nos hace encontrarnos. Conversaciones eternas, no hay secretos. Me comprendes a la perfección. Risas, momentos felices a tu lado. Empiezo a pensar en ti a menudo. La mayoría de cosas me recuerdan a ti. Poco a poco escalas en mi lista de personas queridas, y te adjudicas el primer puesto, por encima de mí misma. Eres mi apoyo más importante, mi confidente nocturno. Lo daría todo por ti. Empiezo a entender lo que es querer de verdad a alguien. Nuestra primera cita oficial. Revelamos nuestros sentimientos. Nuestro primer beso. Pasan los meses. Cada vez mi sentimiento va aumentando progresivamente. Me haces sentir importante, querida, me haces sentir especial. Me enamoro locamente de ti. No hay mejor sensación que estar a tu lado. Te empiezo a priorizar por encima de todas las cosas y renuncio a cosas de mi vida para pasar más tiempo junto a ti.
Pasan los meses a tu lado. Empiezas a ser distante. Empiezas a despreocuparte de este amor. Cada vez me hieren más tus acciones. Tus besos saben a hiel. El muro cada vez es más alto, yo estoy al otro lado. El tono de voz en nuestras conversaciones aumenta, mi dolor aumenta. Me mantienes al margen de tu vida. No te preocupas por mi. Me desprecias. Intento entender que ha sucedido a este amor y se he hecho algo mal. Empiezan las excusas, las mentiras. Me hieres profundamente. Nuestra última discusión. Se acabó, pones el punto y final. Te vas sin darme ninguna explicación. Te vuelvo a buscar intentando revivir este amor. Mi llama sigue encendida. Te escondes de mi. Te sigo buscando. Te encuentro. Te pido sinceridad sobre lo que ha sucedido. Hablamos sobre lo que pasó, me dices que la culpa es mía, que yo soy la culpable de todo, seguidamente dices que no sabes nada más acerca de tus sentimientos. Huyo desamparada intentando entender que sucede. Somos amigos. Reflexiono sobre los valores de la amistad. No somos amigos. Te busco. Te explico que opino sobre lo que nos pasó. No tengo motivos para quedarme, te digo esperando que refutes mi argumento, adiós dices. Huyo asimilando que no me amaste como yo te amé. Vivo anestesiada por este amor. Dejo que los días pasen y que éstos sean unos fotocopias de los demás. No soy capaz de llevar las riendas de mi vida. Pierdo el rumbo durante unos meses. Sufro en silencio, y a la vez intento encajar las piezas de este puzzle. Nada tiene sentido, concluyo. Los días siguen pasando. Dejo pasar las cosas que me importan y arruino poco a poco mi vida. Disimulo mis sentimientos en público. Llegado un cierto punto es imposible disimular y a la vez herir a las personas que me rodean. Me coloco una mochila invisible a mi espalda y meto dentro estos sentimientos y los arrastro día a día. Me hundo, toco fondo, salgo a flote. Durante otro largo tiempo convivo con esa carga y la arrastro como puedo. Intento olvidar todo pero me doy cuenta que esa no es la salida. Centro mi atención en otras cosas y cada vez ese sentimiento doloroso disminuye. No soy capaz de volver a querer a nadie. No sé si seré capaz de rehacer mi vida junto a otro a corto plazo. Estoy herida, necesito que esta herida sane, que el tiempo la cure.
Pasa el tiempo. Te veo junto a otra, todas la piezas del puzzle encajan. Me siento herida. Vuelvo a recuperar ese dolor durante un tiempo. Pasan los meses. Me doy cuenta que estoy desperdiciando mi vida por algo que simplemente se escapa de mi abasto. No puedo continuar así. Doy una bofetada a mi vida. Supero este dolor y sigo adelante. Y escribo esta historia para quien quiera leerla.
Tu fuiste mi media naranja, yo fui tu medio limón.